EL CAMINITO DEL REY Y PARTE DE SU HISTORIA
La presencia
humana en el entorno del paraje
natural de Gaitanejo y del Chorro ha quedado demostrada desde
las épocas prehistóricas por la
abundancia de yacimientos, en su mayor parte, neolíticos.
Todo el territorio se presenta como un enclave estratégico de comunicación
entre las zonas litorales y el interior, en el que la presencia de los ríos Turón, Guadalteba y Guadalhorce constituye ya
el principal atractivo de la zona. En estos primeros asentamientos humanos los
ríos debieron actuar como eje fundamental de comunicación, manifestando así su
importancia como medio de transporte y de conexión entre diferentes pueblos.
En este panorama prehistórico de control del
territorio y de las comunicaciones el periodo del Bronce se manifiesta como un
momento de desarrollo del Desfiladero de los Gaitanes,
por constituir éste un punto de control y de unión de
los valles interiores con el valle Bajo del Guadalhorce.
En todo este amplio y propicio territorio van
a coincidir en el tiempo una serie de pueblos que comenzarán a antropizar el
entorno natural desde finales de siglo IX a. C. hasta el siglo III a. C. cuando
el imperio romano irrumpe con
fuerza en toda la provincia de Málaga y en general en toda la Península.
En
el centro de la provincia de Málaga, delimitado por las serranías de Ronda y
Antequera y separando las planicies del Norte de la
provincia (Campillos, Teba y Antequera) de las tierras del valle de Guadalhorce y los campos de Cámara al sur, se encuentra un hermoso
territorio que esconde tesoros de historia y de espectaculares paisajes. Estas
elevaciones montañosas que configuran un relieve de indudable valor
geomorfológico, ambiental y paisajístico de gran belleza están ubicadas en los
municipios de Ardales, Álora y Antequera.
El Desfiladero de los Gaitanes
forma parte además de un gran Paraje Natural que abarca 2173,34 Ha. y está
situado en la parte occidental de las Cordilleras Béticas. Se define en él un
conjunto montañoso separado del Torcal de Antequera por tierras bajas de
carácter margoso. Reúne sierras que, con las denominaciones de Abdalajis, Huma,
Llana, Tajo del Cuervo y Salto de la Zorra, constituyen un sistema donde
predominan las calizas y dolomías jurasicas.
El
magnífico enclave del Paraje Natural del Desfiladero de
los Gaitanes y las poblaciones que lo rodean han constituido el
foco de influencia para el desarrollo de sociedades humanas desde la antigüedad
hasta nuestros días. Los indudables valores naturales, geoestratégicos, de
paisaje y de belleza subyugante. Desde el desarrollo de un comercio floreciente a través de sus vías de
comunicación, la potenciación de su agricultura
de secano y más tarde de regadío,
hasta ya en épocas más cercanas, la creación de un gran foco nacional de obtención
de fuentes de energía a través
de los saltos hidroeléctricos y la
generación de un gran ámbito recreativo
donde el agua juega un papel fundamental a través de la explotación de los pantanos, desfiladeros y espacios arbolados, en su
mayor parte fruto de repoblaciones llevadas a cabo por la mano habilidosa del
hombre, estos parajes han sido el escenario para el florecimiento de una
idiosincrasia propia. Además, la belleza innata de la zona ha sabido inspirar a
infinidad de artistas, pintores, escritores, poetas, viajeros románticos,
dramaturgos, cineastas, etc que, llegados de lugares recónditos, han plasmado a
través de sus obras de arte una pequeña parte de la esencia de estas tierras.
Las
primeras iniciativas para la construcción de una línea de ferrocarril que conectase Córdoba con Málaga se
inician a mediados de los años 40 del siglo XIX, creándose una comisión para
los trabajos previos a partir de 1851,
en la que participaron Jorge Loring, Martín Larios, Joaquín Ferrer, José
Hernández Varela y Enrique de Sandoval, todos ellos prohombres de la sociedad
malagueña. Sólo a partir de la promulgación de la ley del Ferrocarril de 1855,
tras la concesión de explotación a Jorge Loring en 1859 y la constitución de
una sociedad de capital variado en la que intervenían la alta burguesía
malagueña, los ayuntamientos involucrados en el trazado y capitales franceses,
catalanes e ingleses, pudieron iniciarse los trabajos en marzo de 1860. En el año 1866
finalizaba la construcción de la línea férrea Málaga-Córdoba y se unían de este
modo las ricas campiñas del interior y las reservas de carbón de las minas de
Belmez y Espiel, con la ciudad mediterránea y las fábricas de “La Constancia”
de la familia Loring.
Las poblaciones cercanas al paraje del
Desfiladero cobraron nueva vida a partir de la construcción del ferrocarril que
unía Córdoba con Málaga. En especial, el poblado de El Chorro se vio muy favorecido por el
establecimiento de uno de los apeaderos de la línea de ferrocarril.
De este modo, podemos decir que el
ferrocarril supuso a mediados del siglo XIX un revulsivo para el desarrollo de
una comarca que había quedado aletargada y alejada de la actividad económica
del país, entre otras cosas a causa de su compleja orografía. Esta comarca, dedicada
casi por completo a una agricultura de subsistencia y a la ganadería de
pastoreo vio como los caminos de hierro abrían nuevas perspectivas de futuro en
su propio territorio, gracias a la apertura hacia el exterior que el
ferrocarril permitió.
La familia Loring había detectado ya durante la
construcción del ferrocarril Córdoba-Málaga,
en 1866, la posible utilización hidroeléctrica
del río Guadalhorce
por el desfiladero de los Gaitanes.
Cuando fue posible llevar a cabo la obra, Jorge Loring Heredia solicitó la
concesión con proyecto del ingeniero de Caminos Leopoldo
Werner.
Todas las instalaciones
que constituían la central
hidroeléctrica del Chorro quedaron terminadas en 1905, y entraron en funcionamiento a partir de 1906, prestando un servicio satisfactorio a partir
de ese momento. En un principio, la compañía Hidroeléctrica del Chorro optó por
contratar con clientes importantes y revendedores en vez de contar con su
propia red de distribución. Entre los primeros clientes se encontraban la
Siemens Elektrische Betriebe, llamada vulgarmente “La Alemana”, la Compañía
inglesa de Luz Eléctrica, conocida por “La Inglesa”, la sociedad Constructora
del Ferrocarril Málaga-Torre del Mar y la Compañía Belga de Tranvías. La
situación económica de la empresa se vio rápidamente amortizada pues las
perspectivas de demanda superaron casi de inmediato a la producción.
La
gran inundación de Málaga de 1907,
fue el primer paso para que pudiera realizarse el pantano, tan deseado desde la fundación de la
sociedad Hidroeléctrica del Chorro, que regulara los caudales del río
Guadalhorce. Con aquel motivo, el rey Alfonso
XIII visitó por primera vez la ciudad, acompañado por el
Presidente del Gobierno, Maura y el
Ministro de Fomento, Gasset. Fruto de
esta visita fue la creación de la División
Hidráulica del Sur de España, que tenía como principal misión
la de efectuar las obras necesarias para la defensa de la población, la
creación de regadíos y encauzamientos en todos los cursos de agua de la zona .
la Sociedad
Hidroeléctrica del Chorro, que hizo posible que su principal
impulsor, el ingeniero sevillano Rafael
Benjumea (1876-1952) se planteara años más tarde emprender la construcción de una gran presa para poner en regadío la Hoya de
Málaga, una extensa y fértil vega, situada en el valle bajo del río
Guadalhorce, que en árabe significa “río de trigo”. La construcción de esta
nueva presa tenía otra finalidad añadida, la de asegurar la regulación del
caudal constante de agua para la central hidroeléctrica del Chorro, que
funcionaba a merced de las lluvias estacionales.
Con el proyecto de
Giménez Lombardo acabado hacia 1913,
un informe geológico del ingeniero de Caminos, Gutiérrez de Gándara, motivó el cambio de ubicación de la presa aguas más abajo. Un
año después, en agosto de 1914, la Gaceta de Madrid aprobaba definitivamente
las obras del “Pantano del Chorro”. El proyecto original preveía la
construcción de una presa de 35 metros de altura y 27
hectómetros cúbicos de embalse que se construiría al amparo de
la Ley de 1911 o Ley Gasset.
Desde el punto de vista económico, se trataba
de una obra financiada por el Estado (que corría con la mitad del coste,
adelantando además el 40 % restante durante el periodo de ejecución) y por la
Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, que sólo debía pagar inicialmente el 10 %
restante.
Las obras de la presa marcharon a buen ritmo,
siempre bajo la atenta dirección de Benjumea, quien se reveló como un extraordinario constructor y organizador. Instaló
a unos 5 kilómetros del emplazamiento de la presa una fábrica de cemento Pórtland para garantizar el
suministro. todo
el aprovisionamiento de materiales y maquinaria se realizaba a través del ferrocarril hasta los tajos de obra. Para ello se
construyó el apeadero de “El Coscojal”
entre las estaciones de Gobantes y del Chorro.
Las obras pudieron
concluirse, y el 21 de mayo de 1921,
el rey Alfonso XIII, bajo una
lluvia torrencial, colocó la última piedra de
esta monumental presa, evento que recoge la revista ilustrada “Blanco y Negro”.
Curiosamente, utilizó para colocar el último sillar una “holivela” análoga a la
que empleaban los ingenieros romanos en sus obras de arquitectura e ingeniería.
Un elegante sillón de piedra, y una mesa tallada en el mismo material, dieron
brillo a la solemne inauguración real.